Aldebarán

Esta situación se dio cuando yo tenía aproximadamente 13 o 14 años de edad.

En mi familia teníamos este caballo el cual le habían regalado a mi papá. Debía tener sangre árabe. Un caballo muy nervioso, desconfiado y no se dejaba tocar las orejas ni la cabeza. No se dejaba poner el bocado y cuando llegó a mi casa, nos explicaron que la única manera era amarrándolo contra un árbol a la altura del cuello. Como no podía mover la cabeza, le metían el bocado a la fuerza.

Cuando empecé a trabajar con él, evité tocarle la cabeza. Esto pudo durar un par de semanas. Al tiempo ya podía acariciarlo a lo largo de la mandíbula (quijada) y dejaba subir mi mano hacia las orejas, sin llegar a tocarlas.

Luego logré subir una rienda muy suelta detrás de las orejas y si el se retiraba, yo me movía con él, sin quitar la rienda. Cuando sentía que relajaba su cuello, yo retiraba la rienda.

En sesiones mas adelante, sentí que ya no se tensionaba si yo deslizaba la rienda hacia las orejas. Decidí colgar delante de su mirada, el cabezal con el bocado. No hubo tensión de su parte.

No seguí el ejercicio.

Después de unos dos días de hacer esto, acerqué el bocado con la mano  sosteniendo la rienda nuevamente detrás de sus orejas. Aldebarán recibió el bocado con tranquilidad.

Mi idea con la rienda detrás de las orejas era hacer un poco de presión en la parte alta de la cabeza y que no se resistiera retrocediendo. De todas maneras la presión era muy leve. Con la fuerza de un caballo, nunca intentaría sostenerlo con esa rienda ya que de todas maneras solo lograría, mas bien, que se sintiera restringido.

Aunque nunca en los años que vivió con nosotros se sintió tranquilo con que se le tocaran las orejas, se podía poner el  cabezal y el bocado sin complicaciones, y con mucha tranquilidad.

Aldebarán es un ícono en mi familia. Se nombró en honor a una estrella de la constelación de Tauro. Nos acompañó en cabalgatas. Concursé en salto y gané varios premios. Hizo una pista de salto completa en una competencia sencilla montado por uno de mis hermanos quien nunca en su vida había saltado a caballo.

Otro hermano lo usaba como medio de transporte para visitar amigos que quedaban a mas de dos horas de distancia de nuestra finca, pero desafortunadamente durante su visita no retiraba el bocado pues no lograría ponerlo nuevamente. Esto pasaba antes de haber puesto su confianza en mi, y que pudiéramos hacer el tratamiento de recibir el bocado sin tener pánico de lo que le pudiera suceder.

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