El espacio

Durante la observación de un grupo de 7 caballos bastante heterogéneo que comparte un potrero con geografía muy quebrada tuve un episodio que demuestra exactamente el respeto que tienen los caballos por el espacio que los rodea. En un espacio reducido de aproximadamente 7 metros estaban los caballos reunidos alrededor de una montaña de heno. Yo estaba parada detrás de una de las yeguas, y del otro lado del comedero, frente a mi, un caballo mordió al que estaba a su lado, empujando el resto de caballos de manera brusca  hacia el lugar donde  estaba yo. Los 4 caballos que me daban la espalda giraron sobre las patas traseras y dieron un brinco hacia mi. Yo me quedé quieta y levanté los brazos mostrando las palmas de las manos. A pesar de los brincos y el caos, todos pasaron suficientemente lejos de mi como para ni siquiera me rosaran.

Otro episodio parecido refuerza el tema del espacio y es el siguiente: Escogiendo un caballo que le sirviera a mi mamá para sus paseos, estábamos en una finca viendo unos caballos árabes que de por si son bastante “despiertos”. Yo era la encargada de montarlos para decidir cual sería el adecuado. En esta ocasión me acompañaba mi hijo Nicolás de 2 años y estaba con nosotros en el grupo de personas esperando a que ensillaran el siguiente caballo. Cuando llegó el momento de montarlo, trajeron el caballo y quedó a unos 3 metros de nosotros. Nicolás quedó a mi izquierda un poco adelantado del grupo de personas y el caballo a mi derecha. Puse el pié en el estribo y al levantarme, giré la pierna de manera brusca asustando el caballo. en el momento en que me senté sobre la silla, el caballo se levantó de manos, giró sobre las patas hacia la izquierda,  pasando por encima de la cabeza de Nicolas  y salió al galope alejándose de ese grupo de personas (yo seguía montada). Su percepción hacia el entorno me llamó nuevamente la atención. El caballo había girado la cabeza en el preciso momento de su brinco y de esa manera esquivando la cabeza de Nicolás al pasar sus manos por encima. El respeto del espacio es algo natural para los caballos. Salir ilesos de cualquier estampida los protege de herirse o golpearse y asi lograr librarse de los depredadores.

En conclusión este caballo sensible pero nervioso no fue el escogido para los paseos de mi maá. Escogimos otro de raza argentina de nombre “Silbador”.

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Aldebarán